Blog,  Relatos de terror

Visitante Nocturno

Leonor se mudaba de nuevo. Era una rutina que su madre había adoptado debido a su pasión por la restauración y las casas antiguas. Cada vez que se cambiaban de casa, la niña luchaba por conciliar el sueño en su nuevo entorno. Aquella noche, la primera en su nuevo hogar, su madre le había dejado una pequeña bombilla encendida para disipar sus temores.

Los primeros días fueron difíciles para Leonor. El crujir de las ventanas y el parqué la despertaban continuamente. Pasaron tres noches de insomnio antes de que comenzara a acostumbrarse a los ruidos y finalmente pudiera descansar. Pero, una semana después, en medio de una noche fría y tormentosa, un estruendo ensordecedor la sacudió de su sueño. La ventana se había abierto de par en par debido al furioso vendaval que azotaba la casa. Leonor intentó encender la luz, pero el interruptor no respondía. El ruido continuó, esta vez desde el otro extremo de la habitación. Con el corazón latiendo con fuerza, se levantó y comenzó a caminar a tientas, buscando a su madre. La oscuridad era total. Su mano golpeó algo a los pocos pasos. Lo palpó y sintió un escalofrío recorrer su espalda: era un mechón de pelo. Aterrorizada, un relámpago iluminó la habitación y reveló la figura de un niño de su misma estatura justo frente a ella. Leonor salió corriendo por el pasillo, gritando, hasta que finalmente se encontró con su madre. “¿También lo has visto?”, le preguntó.

Sin perder un segundo, abandonaron la casa en un pánico desesperado. No tomaron nada, solo escaparon del lugar. Regresaron al amanecer, temblando y empapadas por la lluvia. Todo en la casa estaba tal como lo habían dejado… excepto el espejo en la habitación de Leonor. Un mechón de pelo colgaba de una de las esquinas y en el vidrio se había grabado la palabra “FUERA”.

La familia decidió mudarse definitivamente, dejando atrás esa pesadilla. Leonor comenzó en una nueva escuela y hizo nuevos amigos. Sin embargo, un día, mientras la profesora de castellano les entregaba periódicos antiguos para una actividad, la niña contuvo un grito al ver, en una de las portadas, al mismo niño bajo un titular que decía: “Aparece muerto un menor en extrañas circunstancias”. Un escalofrío recorrió su espalda mientras la historia que había vivido en esa casa parecía cobrar un nuevo y misterioso significado.

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