Blog,  Relatos de terror

La parálisis del sueño

Me desperté en la oscuridad, con el corazón palpitando en mi pecho. No podía moverme, ni siquiera un dedo. Intenté gritar, pero no salió ningún sonido. Era como si estuviera atrapado en mi propio cuerpo, una marioneta sin vida.

Un terror indescriptible me invadió. La oscuridad de la habitación se volvió opresiva, como si me estuviera aplastando. Sentía una presencia en la habitación, algo invisible y maligno que me observaba desde las sombras.

Traté de moverme con desesperación, pero era inútil. Mi cuerpo era una prisión de la que no podía escapar. La angustia crecía en mi pecho, ahogándome en una ola de pánico.

De repente, un sonido escalofriante resonó en la habitación: un susurro ronco, como el de una bestia agonizante. El sonido provenía de la esquina de la habitación, donde una figura oscura y difusa se materializaba lentamente.

La figura se acercaba a mí, arrastrándose por el suelo como una serpiente. Sus ojos brillaban con una luz rojiza y malévola. Sentí un frío glacial recorrer mi cuerpo, y mi corazón se aceleró hasta un ritmo insoportable.

La figura estaba a punto de alcanzarme, y yo no podía hacer nada para evitarlo. Cerré los ojos con fuerza, esperando el inevitable final.

En ese momento, un sonido familiar me despertó: el canto de los pájaros. Abrí los ojos con alivio, y me di cuenta de que todo había sido una pesadilla.

Sin embargo, el terror que había experimentado durante la pesadilla era tan real que me dejó temblando y con el corazón palpitando. Me tomó varios minutos calmarme y convencerme de que estaba a salvo en mi propia cama.

Esa pesadilla me dejó una sensación de inquietud que no pude disipar durante todo el día. La imagen de la figura oscura y la sensación de impotencia que experimenté durante la pesadilla me perseguían.

No sé qué significaba esa pesadilla, pero una cosa es segura: nunca la olvidaré.

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