Blog,  Relatos de terror

La Cueva Siniestra

Esta historia me sucedió en el estado de Guerrero. Soy de oficio militar, y un día cualquiera salimos a caminar, yo iba como comandante de la base. Después de caminar aproximadamente unas 2 horas, decidí hacer un alto a media altura de un cerro donde el terreno era plano, había sombra y se podía descansar bajo un árbol, así que me detuve un rato para descansar.

En ese momento, vi a unos cuantos metros de mí a una persona de avanzada edad acercarse, quien se encontraba limpiando un terreno para poder sembrar. Cuando se acercó, empezó a platicar conmigo de lo dura que era la vida y lo difícil que era el trabajo, etc. Cuando de pronto cambió la plática y me preguntó: “¿Usted cree en los fantasmas o algo parecido…?” a lo que yo le contesté: “En ocasiones”. Y en eso me dijo: “Le contaré algo que me sucedió hace tiempo… Me encontraba trabajando sobre estas mismas tierras y al querer dar un descanso, terminé quedándome dormido sentado. Dentro de mi sueño llegó una persona cuyo aspecto era demacrante, y me preguntó: “¿Qué haces aquí trabajando como burro? ¿No te das cuenta de que aquí hay mucho oro y no lo quieres aprovechar? Te enseñaré dónde encontrar el oro, pero solo quiero que hagas una cosa por mí y mis familiares… Necesitamos descansar en paz, por lo que en donde está el oro, en la parte de abajo se encuentran nuestros restos y queremos que nos lleves a enterrar al lugar donde crecimos, el pueblo se llama Tlacotepec””.

Una vez que el misterioso hombre dijo eso, encaminó al trabajador como a 500 metros de donde estaban, y lo adentró más allá del cerro, le enseñó una cueva, en la que en su interior había un pozo, le dijo que en el fondo del hoyo estaba el oro y en la parte de abajo estaban sus restos. El señor me dijo que despertó muy asustado, y quedándose con la intriga decidió ir con su hijo a verificar si realmente existía la dicha cueva.

Cuando llegó, se sorprendió de que sí era cierto, tal y como lo había soñado. Esa tarde regresó a su pueblo para ir temprano en la mañana con sus vecinos, a quienes por ayudarlo a sacar el oro, les daría una parte. Al día siguiente se encaminaron hacia la cueva, llevando cuerdas para poder bajar al pozo. Cuando llegaron, solo él y otro de sus acompañantes ingresaron a la cueva, pero a media altura, a su compañero le dio miedo y optó por regresar, así que el señor tuvo que bajar solo.

Al llegar hasta abajo, dice que vio todo lo que la persona le dijo en su sueño, pero algo escalofriante estaba sucediendo, pues comenzó a escuchar voces de personas que no estaban ahí. Las voces se interrumpían entre sí, por lo que el señor empezó a temer lo que había abajo y únicamente lo que alcanzó a tomar fue una espada muy brillante. Se la fajó y decidió subir con ella. Al estar a punto de salir, el hombre escuchó un fuerte grito abajo de él, y una voz a su lado que le susurró: “Tienes que cumplir lo que se te dijo”. La espada de la nada se le safó y cayó al hoyo nuevamente. En eso, el señor sintió que lo tomaron de sus pies queriéndolo jalar hacia abajo, pero por suerte logró salir vivo. Después de eso, ya nadie quiso volver a entrar.

Al terminar de contarme esto, me dijo: “Si usted quiere, lo puedo llevar para decirle dónde es”. Su anécdota se me había hecho algo muy impresionante, no sabía si era un cuento o si decía la verdad. Entonces, en forma de broma, accedí a que me enseñara la supuesta cueva, y efectivamente ahí estaba. Me dijo: “No te aseguro que haya mucho oro, pero sí te puedo asegurar que la espada sigue adentro”.

Más tarde regresamos y me despedí del señor. No dejaba de pensar en todo lo que me había contado, pero como les digo, tampoco estaba seguro si era verdad o no. Al llegar a la base, a varios de mis compañeros les platiqué y les entró la curiosidad, pues si era verdad, todo podríamos tener el oro para nosotros. Al día siguiente decidimos ir, llevamos cuerdas y una cámara de video para grabar por dentro. Al llegar al hoyo, amarramos la cámara a una cuerda para que grabara el interior y así cerciorarnos de si existía algo adentro, pero uno de mis compañeros, el que llevaba la cuerda que sujetaba la cámara, comenzó a decir: “¡Algo está jalando la cuerda!”, e inexplicablemente la cámara se soltó y se escuchó donde cayó fuertemente. Estábamos la mayoría un poco inseguros de continuar, pero uno de ellos decidió bajar, diciendo que si realmente había oro, no podíamos desaprovechar la oportunidad.

El pozo estaba muy estrecho y tenía una profundidad de 18 metros. Cuando mi compañero estaba en la parte de abajo, decía que habían muchas piedras estibadas en forma de cama y que no se veía más que la espada. Cuando la tomó, dice que sintió una mano que lo sostuvo muy fuerte de la muñeca, y de pronto una escalofriante voz ronca le dijo: “Sácame de aquí”. Inmediatamente de escuchar eso, mi compañero tomó la espada y empezó a gritarnos: “¡Sáquenme!”, nosotros no sabíamos lo que estaba pasando, solo simplemente comenzamos a jalar la cuerda. En el camino de subida, dice que sentía que algo le jalaba los pies mientras lo rasguñaban.

Esto parece increíble, pero cuando logramos subirlo y mi compañero puso el primer pie sobre la superficie, la espada cayó nuevamente al pozo, al mismo tiempo que la cuerda se soltó. Unos segundos más tarde y mi compañero hubiera caído también y hubiera pasado una terrible tragedia. Ya nadie más se atrevió a entrar… Pero nos quedamos con la incertidumbre de saber qué más podría haber en su interior.

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