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El Perro con Botas
Hace algunos años, atravesaba una situación económica muy difícil. Tenía una familia que mantener y el trabajo apenas me alcanzaba para sobrevivir. Fue entonces cuando mi cuñado me ofreció un empleo que, en ese momento, me pareció una bendición: cuidar unos invernaderos durante las noches. El trato incluía un pequeño cuarto donde podíamos dormir y vivir mientras trabajábamos allí. Al principio, todo parecía normal. Nos acostumbramos rápido a la rutina nocturna y al silencio del lugar. Pero pronto, ese silencio se vio interrumpido por algo que no pude explicar. La primera noche que ocurrió, estaba por dormirme cuando escuché un golpe fuerte, como si algo o alguien golpeara con furia…