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La llorona de mi infancia
La casa de mis abuelos paternos era modesta en tamaño, pero sus patios eran espacios amplios y, en particular, el trasero destacaba por albergar una pequeña granja de uso personal. Justo detrás de esta área se encontraba la construcción en obra negra de la casa de una de mis tías, seguida por un campo de magueyes propiedad de mi abuelo. En esa zona se ubicaba un baño antiguo de madera, cuyos desagües desembocaban en un riachuelo que fluía por la parte trasera. Allí, mi grupo de primos, hermanos y yo, éramos como ocho personas de entre 7 y 16 años, solíamos jugar entre los magueyes, riendo y divirtiéndonos. En medio…