La mano que agarró mi tobillo
Hace unos años, cuando tenía alrededor de 16 años, ocurrió algo aterrador que aún me persigue en mis recuerdos. Era una noche tranquila, estábamos cenando en familia y, tras terminar la cena, decidí subir a mi habitación para ver televisión. Mientras ascendía las escaleras, sentí de repente una mano grande y áspera que agarraba mi tobillo y me hizo caer de manera violenta. El miedo se apoderó de mí y lancé un grito desesperado, alertando a mi familia.
Todos acudieron rápidamente a mi auxilio, pero al buscar en el lugar no encontraron absolutamente nada. La confusión y el desconcierto se apoderaron de nosotros. Decidimos regresar a nuestro dormitorio y, desde la puerta, pude divisar la calle. En la esquina, una visión horripilante me dejó sin aliento: una mujer joven vestida con una bata blanca, su cabello largo y rizado caía sobre sus hombros, pero lo más inquietante era que no tenía pies, parecía flotar en el aire. Un grito de terror escapó de mis labios, incapaz de comprender lo que estaba presenciando. Sin embargo, mi hermana mayor corrió hacia mí, me abrazó y confesó que también había visto a la misma figura. Lloré hasta quedarme dormida, abrumada por el miedo y la confusión.
Han pasado 12 años desde aquel escalofriante encuentro, pero hasta el día de hoy, subir las escaleras de mi casa sigue siendo una experiencia aterradora para mí. El recuerdo de aquella mano y la visión de esa mujer sin pies me atormentan, recordándome que hay fuerzas inexplicables y presencias sobrenaturales que escapan a nuestra comprensión. Cada vez que subo las escaleras, siento una prisa irracional y una ansiedad profunda, como si estuviera huyendo de algo desconocido y siniestro. Aquella noche dejó una huella imborrable en mi ser, recordándome la existencia de un mundo más allá de lo racional y lo tangible.