La Señora de la Pared
-¡Mamá! ¡Mamá! La señora de la pared me quiere llevar. Corrió hasta la habitación de su hijo y lo abrazó.
-Tranquilo, hijo. Fue solo una pesadilla – Le dijo mientras trataba de calmarlo.
-Mira. No hay nadie, ¿ves?
El niño aún lloraba y no quería soltarse de su abrazo.
-Tranquilo, mi amor. Yo estoy aquí y no voy a dejar que nada malo te pase.
Poco a poco se fue calmando.
-Mami. ¿Te quedas conmigo esta noche?
Sí. Hoy me quedo contigo – Le dijo mientras lo arropaba.
Se sentó a sus pies en el borde de la cama y comenzó a cantarle para que se durmiera.
A pesar de la calma que mostraba, su interior era un torbellino de recuerdos.
Treinta años antes, una mujer había salido de la pared y tomándola de los pies, trató de llevársela consigo.
Nadie le creyó y la convencieron de que fue solo un sueño.
¿Fue solo coincidencia? ¿Era posible que los dos soñaran lo mismo? Su mente adulta se negaba a creer que pudiera ser real. Era imposible.
Mientras tanto, el niño se había dormido y ella comenzaba a adormecerse.
De repente, una mano la tomó fuertemente del brazo.
-¡No te llevarás a mi hijo! – Alcanzó a gritar.
-No vine por tu hijo. Hace treinta años que te espero.
Y la arrastró hacia la pared.