El abrazo inexplicable
En mi ciudad natal, experimenté una serie de mudanzas antes de finalmente encontrar un lugar permanente para vivir. Una de esas casas en las que residimos durante un tiempo tenía dos pisos, y curiosamente, me asignaron el cuarto de abajo como mi espacio personal. Sin embargo, una noche en particular, algo inquietante sucedió y dejó una marca imborrable en mi memoria.
Esa noche, mi perro comenzó a ladrar frenéticamente y se precipitó hacia mi habitación. Podía ver claramente su miedo y su negativa a acercarse a la puerta, lo cual me desconcertó por completo. Intrigada, revisé la puerta, pero no encontré nada fuera de lo común. Decidí ignorar el incidente y me dispuse a dormir.
Poco después de acostarme, me desperté súbitamente con una sensación de incomodidad y extrañeza que me invadió por completo. Un profundo miedo se apoderó de mí sin razón aparente. Me acurruqué de lado, intentando calmarme y encontrar consuelo en el sueño, pero de repente sentí algo inusual: alguien me abrazaba. Para mi horror, me di cuenta de que era incapaz de moverme ni de emitir un solo grito. Me encontraba atrapada en ese abrazo inexplicable y aterrador.
En ese momento de desesperación, cerré los ojos con fuerza y comencé a recitar rezos en mi mente, buscando algún tipo de protección o liberación de lo que me aprisionaba. Con cada oración, sentí una pequeña disminución en la opresión y poco a poco me quedé dormida.
El misterio de quién o qué me abrazó esa noche y qué realmente sucedió en esa casa permanece sin respuesta hasta el día de hoy. La experiencia me dejó con un sentimiento de intriga y un persistente temor a lo desconocido. Aunque nunca pude descifrar el origen de ese abrazo inquietante, continúa siendo una memoria que me recuerda la existencia de fuerzas inexplicables que acechan en las sombras de nuestro mundo.